Una de las técnicas más sencillas de meditación, se llama Vipassana, se basa en concentrarse en la respiración, adoptando una postura erguida. Sentado sobre un cojín en el suelo, con las piernas cruzadas, la espalda recta, los hombros y manos relajados, las manos descansando sobre el regazo, mano derecha sobre la izquierda con las palmas hacia arriba. La cabeza ligeramente inclinada, si se coloca la punta de la lengua en el paladar, se segregará menos saliva y será más fácil el concentrarse exclusivamente en la respiración. Si no se puede estar en esa postura en el suelo, bastará con sentarse en una silla, siguiendo igualmente las recomendaciones sobre la postura.
Toda la mente debe estar concentrada en como entra y sale el aire por las fosas nasales. Al principio, la mente juega con nosotros, nos acordaremos de mil cosas, nos molestará la espalda o las piernas, o nos darán ganas de comer un bocadillo, hay que tener en cuenta que todo eso sólo son ilusiones de la mente. No es aconsejable seguirle el juego. Se debe simplemente dejar pasar el pensamiento hasta que venga el próximo, sin discutir su contenido. La imagen sería estar en una ventana viendo pasar coches, uno puede verlos pasar sin fijarse particularmente en ninguno de ellos. Si uno le presta atención particular a alguno (Seat de color verde lo conduce una mujer.......) la mente ha conseguido distraernos, debemos volver a la respiración y a sólo ver pasar los coches (ideas) sin engancharnos con ninguno. Poco a poco va disminuyendo el flujo de ideas y finalmente se encuentra el estado de relajamiento interno tan importante para la salud mental y física.
Si se practica diariamente 15 a 30 minutos, a lo largo de dos o tres semanas, poco a poco irá encontrando bienestar, que se irá incrementando con su práctica diaria. Nadie que haya practicado estas técnicas se ha arrepentido de haberlo hecho, al menos, en el peor de los casos, ha tenido una experiencia más, y una experiencia enriquecedora.