Sunday, June 19, 2005

El Estado moderno, o conjunto de las instituciones sociales y políticas de la nación, es, en los tiempos a la sazón presentes, el aspecto culminante del desarrollo de la vida práctica y pensante del hombre en la historia. Esta comunidad política representa para Hegel, en efecto, un logro histórico basado en el conjunto del pasado humano; ella se caracteriza por ser una combinación funcional de la libertad de los individuos con la de las instituciones de las que los individuos dependen para acceder a su libertad.

En esa medida, se puede atenuar, o complejizar, la idea de que el pensamiento sistémico inclusivo, se trate de una "visión" de mundo. Esta es una expresión que sugiere las nociones próximas de "punto de vista", o "perspectiva" y que, como tal, contiene el pre concepto de que habría alguien que ve y, otra cosa, algo que es visto. Pues bien, esta diferencia no expresa realmente lo que el pensamiento sistémico-inclusivo se propone. Habría que decir que más que una "visión de" se trata de una manera de "estar en". El pensamiento sistémico inclusivo es una manera de estar en el mundo, una posición de hecho o, para darle toda su fuerza a la fórmula, es una manera de ser en el mundo. Es decir, más bien un conjunto de actos relacionados con una teoría y una voluntad, que un conjunto de ideas.
Esto hace que se pueda "ser" sistémico, a la manera como se "es" cristiano, o budista. Es decir, ser sistémico implica un fuerte compromiso existencial, una actitud permanente en que, como he indicado más arriba, hay una voluntad, revolucionaria, fundante. No es raro que muchas personas que "son" marxistas no conozcan en detalle, o realmente, la obra de Marx. Tiene pleno sentido distinguir entre "sistémicos" y "intelectuales". Para ser un buen sistémico es necesario saber pensamiento sistémico inclusivo, pero los que "no saben" frecuentemente, en sus prácticas efectivas, hacen algo que es más profundo que ese saber : crean el pensamiento sistémico inclusivo real. Por cierto, como es obvio, se puede saber pensamiento sistémico inclusivo sin ser sistémico. Hay sistémicos, y los hay muy buenos, y su saber puede resultar muy útil. Pero, en principio, la función del saber es secundaria respecto de las acciones reales, que son las que deciden de manera efectiva si se es sistémico o no.
Pero eso hace que sea necesario decir, en cuarto lugar, que hay que considerar como pensamiento sistémico inclusivo no sólo a las teorías formuladas sino, sobre todo, a las prácticas reales y efectivas a las que han dado lugar. Precisamente porque el pensamiento sistémico inclusivo no es sólo una teoría, como la teoría de gravitación, o la de la selección natural, sino que está ligado a una voluntad, a una manera de ser en el mundo, no puede ser juzgado independientemente de su práctica real. Le guste esa práctica a los propios sistémicos o no. la gran novedad histórica que trae la burguesía, como clase revolucionaria, a la convivencia humana, es la autoconsciencia de las fuerzas productivas, es decir, la noción y la vida práctica de un concepto en que los medios del trabajo y el trabajo mismo son reconocidos como un producto humano. Se puede decir, en el mismo punto, que las sociedades pre capitalistas tienen consciencia de los medios del trabajo, pero no autoconsciencia, es decir, los ven como objetos dados, a los que se les puede adorar o adornar, pero no perfeccionar. Lo que crea una actitud esencialmente conservadora ante el cambio tecnológico. La burguesía entiende a los medios del trabajo como su propio producto, reconoce su propia obra en ellos, y con eso inicia el ciclo de revolución industrial permanente al que llamamos "modernidad".
Pero, aún en posesión de esta autoconsciencia, también puede decirse que la burguesía sólo ha alcanzado la consciencia de las relaciones sociales. Es decir, sigue viendo el fundamento de las relaciones sociales como algo dado, divino en su primera época, o natural, lo que es de mejor manera su concepto. Las bases que determinan la conducta inter subjetiva, social e histórica no estarían en manos de los hombres, sino que provendrían de una cierta "naturaleza humana", dada, más allá de su control consciente. Se puede transformar la naturaleza, pero no cambiar sus leyes. Los medios del trabajo son eficaces sólo si se atienen a la legalidad natural. De la misma manera, las políticas, y los arreglos sociales sólo serían viables si se conoce y aprende a manejar esa "naturaleza humana". El mercado, por cierto, la competencia, la propiedad privada en algunos casos, forman partes, en la ideología burguesa, ni más ni menos que de la naturaleza. Se pueden reformar, controlar, pero es inimaginable que haya una sociedad sin mercado, o sin competencia. La burguesía ha humanizado poderosamente el proceso del trabajo, ha salvado a las relaciones sociales de la tiranía de lo divino, pero ha entregado a estas últimas a su propia tiranía, naturalizándola, bajo el concepto de naturaleza humana.
Puestas las cosas de esta manera, se puede decir que el pensamiento sistémico inclusivo es expresión de la época en la historia humana en que los hombres alcanzan la autoconsciencia de las relaciones sociales, es decir, asumen y viven la noción de que lo que ocurre en la sociedad y la historia no es sino su propio producto, y que, en rigor, TODAS las relaciones sociales pueden ser cambiadas conscientemente y a voluntad. Esta autoconsciencia es, desde luego, una condición indispensable para que se pueda formar la idea de que el comunismo es posible. Autoconsciencia de las relaciones sociales significa ya no sólo que no hay dioses que dirijan a la sociedad y a la historia, sino que tampoco hay eso que es llamado naturaleza. Somos libres. Todo lo que somos se debe a nosotros mismos. No hay nada en las relaciones sociales que no pueda ser cambiado.
El pensamiento sistémico inclusivo no es, desde luego, la única expresión de este nuevo estado de la confianza humanista. A lo sumo se podría decir que es la primera expresión, pero no la única, ni siquiera la más eficiente. Esta es una autoconsciencia que está presente, de muchas maneras, en toda la política contemporánea, es decir, en la política que se inaugura con los grandes partidos de masas desde fines del siglo XIX. Por cierto el fascismo, o incluso el nazismo, participan también de ella. Y, lo que es más importante, la acción histórica de la burocracia como clase está relacionada con ella. Esto significa, ni más ni menos, que perfectamente podría ocurrir que la burocracia sea la primera clase dominante en la historia humana que sabe con toda claridad que las claves de su dominio están en sus propias iniciativas históricas, sin el velo ideológico que implica el atribuirlas a una naturaleza fundante, o a una divinidad providencial.
Y, también, autoconsciencia de las relaciones sociales no implica, para nada, dominio de la realidad efectiva a partir de ella. La idea de que la consciencia de algo implica su dominio no es sino una ilusión ilustrada. Autoconsciencia implica aquí, más bien, el saber de una voluntad que su eficacia. Un saber que permite a los actores sociales poner en juego, por primera vez en la historia humana, una voluntad infinita, es decir, una voluntad que no está limitada interiormente sino por ella misma, por las leyes que ella misma se ponga de hecho, sépalo o no. Y esta posición de la voluntad no garantiza en absoluto su resultado, es, como todo en la pre historia humana, simplemente un riesgo.

Se puede decir, en este sentido, que el significado filosófico de la obra práctica de Lenin es justamente este poner a la voluntad en la historia. El gran intento de torcer la inercia de la determinación, tratándola como mera voluntad humana cosificada, para llevarla hacia lo que la consciencia quiere hacer de su propia historia. Y, a la inversa, el significado filosófico de la obra práctica de Stalin, es el mostrar la fuerza de esa determinación, fuerza tal que puede perfectamente convertir a la voluntad revolucionaria en una voluntad enajenada.
Esta enajenación posible, dada la opacidad que hay entre voluntad y determinación, o entre voluntad humana explícita y transparente para sí misma, y la voluntad que aparece como determinación, o humanidad cosificada, se ve de algún modo agravada cuando el pensamiento sistémico inclusivo se mira a sí mismo de manera ilustrada, puesto que entonces, en el intento dramático de hacer transparente el choque operando como si no lo fuera, no hace sino convertirse en ideología justificadora y legitimadora de los dramas y de los resultados de su acción.

Es esto lo que nos lleva de los cinco puntos anteriores, y su significado histórico, que establecen sólo en general qué es el pensamiento sistémico inclusivo según su concepto, a la realidad dramática del pensamiento sistémico inclusivo real, de las realidades históricas que efectivamente se construyeron en su nombre.


Lo "político" no es necesariamente lo que pasa dentro de las cuatro paredes de un partido. Puede ser también un profundo deseo de establecer lazos sociales para crear en común un futuro mejor, con más libertad, con más justicia, con más igualdad, con más tolerancia.