En su película “Fahrenheit 9/11”, el documentalista estadounidense Michael Moore acusa a George W. Bush de ser mentiroso, despiadado, manipulador y capaz de emplear cualquier medio con tal de acabar con sus enemigos ficticios o reales. Sin embargo, en su ataque al Presidente disléxico, el gordo realizador utiliza precisamente las armas que tanto dice despreciar: información lanzada a la rápida y llena de contradicciones, verdades a medias, llantos de madres para emocionar a la galería, burlas crueles, chistes fáciles, demagogia pura, tergiversaciones descaradas.
Sin embargo, lo peor de “Fahrenheit 9/11” es que funciona. Cineasta dotado de indudable habilidad, Moore sabe entregar las imágenes y los textos justos para convencer al norteamericano medio -que, hoy por hoy, somos todos nosotros- de las bondades de su postura.