Jugando Warcraft
Enviado por Jorge Jorquera
El siguiente post tiene como objetivo compartir mi experiencia con WoW (World of Warcraft), el juego masivo en línea más importante del mundo. No soy un experto en el juego. Participo de Fuerza del Sur, un "guild" (organización) donde he ido aprendiendo y también en la experiencia pionera Esta semana el senador Fernando Flores presentó en el seminario Conecta 2009 su exposición "La orquestación de los compromisos y alineamientos emocionales en un mundo pluralista: juegos como laboratorios". Flores está en WoW hace ya varios años y ha demostrado su interés en asociar las prácticas del juego con el mundo de la Educación, de hecho diversas iniciativas pioneras en Chile han surgido de su lado, como por ejemplo el trabajo de la Fundación País Digital en Chiloé (ver video al final del post).
Hace un año me uní a World of Warcraft. Soy admirador de los juegos, pero nunca había participado de un MMORPG (juego masivo en línea). He sido un jugador inconstante, pero últimamente he ido pidiendo más ayuda y he ido avanzando más rápido. El juego en sí es un mundo maravilloso, gráficamente impecable, con cientos de atracciones, miles de tareas y una orgánica que permite que sea el trabajo en grupo un factor de relevancia, el cual se ve reflejado en nuestros personajes.
Lo interesante del planteamiento de Flores es que a este "mundo" (en el cual participan más de 11 millones de personas según la última información oficial) se le puede sacar partido para realizar importantes avances en la Educación y el Trabajo. La fortaleza de WoW está en que llegado cierto nivel, no es posible seguir avanzando solo: es necesario pedir ayuda. Y es aquí donde yo estoy encantado con esta plataforma. Aparte de Fuerza del Sur, he jugado con chinos, norteamericanos, franceses, alemanes, y a ellos no les produce mayor diferencia participar con un chileno (bueno sí un poco, pero no es relevante para las misiones). El juego produce globalidad a la fuerza, y es notable porque aún cuando ahora está disponible en Español, prefiero seguir jugándolo en inglés. Sé que para meterse en las conversaciones del mundo es necesario manejar el idioma.
El segundo factor de relevancia son las prácticas de los jugadores. Un jugador que no llega a tiempo, que no cumple las misiones, que no está bien preparado con su equipo y armamento, no sirve para el grupo. A los jugadores se les exige impecabilidad. Por ejemplo un personaje que ataque con armas de baja calidad resulta más un problema que un aporte. Y cuando eso se traduce en una práctica constante, el jugador queda con una mala identidad, lo que se traduce en que posiblemente no será convocado de nuevo, al menos hasta que mejore su potencial. Esa práctica de impecabilidad es sumamente notoria y creo que le hace bien a las organizaciones mirarla de este modo.
Por último y no menos importante, están los más jóvenes quienes (y lo digo con admiración) son capaces de jugar, pelear, hablar y guiar las misiones con absoluta normalidad. El juego requiere práctica con los dedos al comienzo, y al parecer a ellos se les hace muy natural (a diferencia de quienes somos mayores). Los jóvenes tienen mucho que enseñarnos con este tipo de juegos a los adultos.
En resumen el juego abre la oportunidad de conectarse con las generaciones más jóvenes y aprovechar su potencial para entender sus prácticas y su cultura. Además es un mundo sorprendente con su propia economía y organización social que va entrenando habilidades en la medida que se van avanzando en los niveles, y que va reflejando la propia personalidad.
Les dejo el video de Chiloé que mencioné antes y si les nace el interés hablen con los expertos en Chile en Fuerza del Sur, protagonistas de la nota de Canal 13.