Thursday, June 16, 2005

ROL Y APARIENCIA FÏSICA

Un reciente descubrimiento amenaza con desbancar las tesis de grandes pensadores sobre los misterios de la vida y la felicidad. Los cartesianos soñaron con que la razón era la cosa mejor repartida del mundo y todos los señores políticos hicieron carrera hablando de la distribución de la riqueza, pero hubo que esperar a que dijera lo suyo la National Science Foundation para saber que el porvenir al que podemos aspirar -salud y longevidad- depende, en realidad, de cuán feos o lindos seamos. Y, claro, no se trata de preguntarle a la madre de uno o al espejo si pasamos el casting: la belleza, entendida como simetría, es responsabilidad de un gen.
Aunque parezca para la risa, el que la fachada sea la dueña de nuestro destino anticipa transformaciones sin precedentes. Se puede pensar que la silueta dejará huellas más profundas que las de marcar el canon estético de cada época; o suponer que se ostentará un poder directamente proporcional a la cantidad de hormonas que cada cual haga zapatear. Pero cuidado, que las previsiones también asoman a la inversa y no sólo en el sentido de que el Miss Universo tendrá de jurado a la ingeniería genética. A los gobernantes les dará más o menos lo mismo la calidad de vida de sus súbditos, pero que la hermosura tenga su ADN y prolongue los años de existencia de los ciudadanos no los dejará indiferentes.
La gente pensará en sus hijos y querrá que nazcan con la información hereditaria para seducir y superar holgadamente la centuria, pero las autoridades vislumbrarán la debacle socioeconómica que significaría una población ultraenvejecida y dirigirán las políticas públicas a la promoción de la fealdad: habrá llegado, pues, para la inmensa mayoría, la hora de nuestra gran oportunidad.