Recuerdo cuando éramos niños como podíamos quedar absortos y sumergidos en nuestros juegos. Recuerdo algunas de tantas ocasiones en que volvíamos a la "realidad" al oír la voz de nuestra madre llamándonos, ya fuera porque el tiempo se había esfumado al quedar totalmente enfrascados en nuestras conversaciones imaginarias con nuestros "colegas", o en las transacciones comerciales realizadas con otra parte de nosotros, ya estuviese presente o no nuestro interlocutor. |
Aprendimos jugando, cada vez que de alguna forma tomábamos la posición de nuestro padre o madre, imitándoles, vistiendo sus ropas y adoptando sus comportamientos y valores, instalábamos una suerte de conducta automática, guiada por aquella cualidad y habilidad que admirábamos en nuestros padres, familiares o amigos.
De alguna forma nuestro entorno de juego nos servía para representar esa comedia, habitual muchas veces, que vivíamos con nuestros padres o conocidos. Integrábamos sus contenidos y solucionábamos probablemente muchos conflictos de relación, jugando, representando roles. Ello podría ser el último conflicto con mi hermano o la incomprensión de alguno de los mayores. Teníamos nuestro "campo de juego" donde de una forma inconsciente resolvíamos lo que representaban nuestros juegos conscientes, cual si de rituales dirigidos se tratase.
Qué curioso resulta ver cómo ya de mayores seguimos representando esas comedias de pequeños, pero esta vez quizás a menudo con tintes de tragedia. Así, quedamos absortos de nuevo en esos juegos que representan externamente nuestro mundo interno, pero ahora aún de forma más inconsciente, ya que ahora todo es muy "serio". Nos creemos firmemente los roles que representamos, damos certeza total a aquello que creemos como si de dogma de fe se tratase, y estamos incluso dispuestos a morir por nuestros principios.
Todo ello estaría perfecto si muchas veces dichos juegos transmutados en tragedia, no nos hicieran sufrir y estuvieran repitiendo una y otra vez conflictos internos sin solucionar que nos impiden realizar nuestros sueños.
Ahora bien, ¿qué pasaría si llevásemos mayor atención al terreno de juego? ¿Qué pasaría si hubiese una mayor toma de conciencia del entramado, estructura y propósito del juego?
Probablemente, que podríamos jugarlo con las repercusiones positivas que proporciona la práctica continuada de la presencia y observación de cómo nos "montamos" nuestras historias mentales. "Historias" mentales que determinan cómo nos sentimos, nuestras acciones y los resultados que obtenemos en el mundo, dependiendo de ello la calidad de la relación con nuestra pareja, nuestros hijos y la gente en general. La forma en que afrontamos nuestros conflictos, nuestros a veces incómodos estados emocionales y cómo creamos y realizamos nuestras metas.
En Programación Neuro-Lingüística tenemos un campo de juego virtual representado por la plantilla que Robert Dilts por un lado y Charles Faulkner por otro desarrollaron supuestamente al unísono, recordando la metáfora que solemos utilizar de la experiencia de los monos aprendiendo simultáneamente a lavar los boniatos en diferentes islas de Japón.
En el Juego Sistémico pedimos prestada dicha plantilla a estos grandes formadores y personas de la PNL, para desarrollar nuestro juego consciente e ir integrando todos los recursos de PNL, Coaching y Pensamiento de Sistemas, cual si de "campo unificado" se tratase y así, dar solución a nuestros problemas, visionar nuestras metas y tratar con cualquier tipo de interferencia en su realización.
Así, la plantilla de la experiencia, como la llamamos, se compone de 9 cuadrados formados por la intersección en cruz de cuatro líneas transversales, que sirven de base para situar las posiciones más relevantes desde donde percibimos esa realidad que con tanta certeza hacemos nuestra: Yo, Otro, Observador. Presente, Pasado, Futuro. A esta se van añadiendo diferentes elementos del juego bajo una perspectiva sistémica, esto es, teniendo en cuenta la relación de los diferentes elementos que componen el juego: Las posiciones perceptivas, los marcos temporales, sistemas representativos, niveles lógicos, estilos de pensamiento, juegos de cambio de creencias y cualquier estrategia que bajo una perspectiva desenfadada y generativa, nos ayude a ir desarrollando ese Coach Interno con el que siempre podemos contar para solucionar e integrar conflictos, o crear e ir en pos de la realización de nuestros objetivos.
Cuando éramos muy niños y nuestra espontaneidad y creatividad pasaba por sus mejores momentos, podíamos ser totalmente autónomos representando el complejo sistema de nuestras historias personales. Solos, intercambiábamos diálogos con esos compañeros imaginarios o mentores asiduos. Siempre había en nuestra soledad a quien contarle nuestras frustraciones o nuestros sueños, así como a quién recurrir como asesor particular para pedirle consejo en nuestro camino hacia la meta del juego. Esa autonomía aún la podemos volver a recuperar, teniendo siempre a nuestra disposición unos "juguetes" que, además de servirnos para resolver nuestras posibles interacciones del día a día con los demás, nos proporcionen un sistema generativo de aprender a aprender, dándonos cuenta de nuestros patrones de conducta, de cómo hacemos lo que hacemos e instalando subconscientemente un placer por jugar a darnos cuenta de lo que nos pasa y como solucionarlo, al igual de lo que queremos crear y el camino hacia su realización.
Con el Juego Sistémico pensamos sistémicamente, esto es, percibimos todos los elementos del juego: presuposiciones y estrategias de PNL y Coaching, con una visión holística. Percibimos relaciones más que elementos aislados y esto nos permite, darnos cuenta de aspectos del juego y soluciones creativas insospechadas hasta el momento.
Vemos en bucle, todo es información que podemos utilizar a nuestro favor, en contraposición a percibir como irremediable causa-efecto nuestros aparentes fracasos. Tomamos las riendas de nuestra vida ya que tomamos plena conciencia de cómo lo que hacemos influye en lo que nos pasa y sus efectos en el sistema familiar, social o laboral en el que estemos inmersos.
Todo esto con los cristales del Coaching. Sin tener todas las respuestas y sin esperar erupciones volcánicas de efectos transformadores, sino de ir sedimentando la roca. Inmersos en un proceso de auto descubrimiento, de búsqueda de la congruencia que haga que todo se realice desde esa soltura del hacer sin hacer. Ahí donde verdaderamente fluimos.
Así, como Coaches de PNL, ayudamos con nuestra simple presencia a la persona. Una pregunta que surja de forma espontánea, por simple que sea, puede marcar una diferencia. Presuponiendo que la persona tiene todas las respuestas, la habilidad de hacer surgir su potencial interno para realizar su sueño.
A través de jugar una y otra vez divirtiéndonos con el Juego Sistémico, vamos percibiendo cada vez más nuevas opciones, desarrollando mayor flexibilidad, aventurándonos en lo desconocido y aprendiendo de ello, a nuestro propio paso, sin esfuerzo.
El proceso del Coaching es acumulativo y, teniendo como base el Juego Sistémico, te permite ir extendiendo el sedimento que va formando esa roca de tu existencia. El Coaching es para aquellos que deseen implicarse consigo mismos; mejora su actuación y les capacita para modelar su propio destino. El Coaching requiere prestar atención a tu experiencia de una forma continuada y cultivar la mayor conciencia posible de ti mismo. Es el Juego Interior que marca la diferencia, que te permite darte cuenta de cómo vives tu vida. No es tanto algo que haces a otro sino la congruencia que determina lo lejos que puedes ir como persona y coach.
La PNL nos maravilla con esa suerte de recetas milagrosas y espectaculares caracterizadas por su famosa rapidez y eficacia. El Coaching y el Juego Sistémico nos facilitan ese acceso a una mayor congruencia producida por la integración de ambas herramientas, PNL y Coaching, desde una perspectiva sistémica. Nos convertimos en un genuino Coach de PNL y paso a paso vamos desarrollando el arte y la ciencia del Coaching de PNL, en esencia, El Zen de la PNL.
Nos lo recuerdan los maestros de este nuevo arte, Ian Macdermott y Jan Elfline con un comic del New Yorker. "Un hombre llega a una intersección en la carretera donde está un poste de señales que indica en una dirección "Al Cielo"; la otra señal dice "A seminarios acerca de cómo llegar al cielo".
El Coaching de PNL, ayudado por la "meta herramienta del Juego Sistémico nos muestra, como dice el maestro zen, a "no confundir el dedo con la luna": ser real.
En resumen, nos proporciona con la estructura adecuada para dar respuesta a las preguntas, ¿cómo estás construyendo tu vida? ¿Cómo tomas decisiones? ¿Cómo equilibras tu necesidad de reconocimiento externo con el interno? ¿De qué forma está expresando tu comportamiento tus valores? ¿Con qué presencia y conciencia vives tu vida?
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