Buenas tardes, queridos. ¡Ou! ¡Otra vez Domingo! ¡Sale el sol, se drogan los niños, bohemios y beatniks hacen punto de cruz! Pero, ¿qué ocurre en "Second Life"?
"Trilirí, trilirí" - cantan los ángeles de la intriga.
Seguro que todos habéis escuchado cómo los intelectualoides de "El País" (y Eva Hache, que es una sucia épsilon) anunciaban el fin del fenómeno en cuestión. ¡Se equivocaban! ¡Los muy cerdos erraban! ¡Ah! ¡Pobres víctimas de la más aberrante estulticia! ¡Repugnantes espectadores del Dolce Vita convertidos en los cuadros medios y superiores de Europa! Snif, snif, y demás.
Es cierto que "Coca-Cola" ya no invierte en SL (así lo llamamos los guays que formamos parte de esta secta), pero... ¿quién podría comprar un refresco que no reporta ningún tipo de satisfacción? No hace mucho que las grandes empresas de automóviles dejaron de producir sus modelos para esta "segunda vida". ¿Para qué comprar un coche en una "realidad" que te permite volar o teletransportarte?
Ahora bien, ¿significan estos fracasos de los grandes capitalistas el fin de esta mini-economía internetera? Pues claro que no, sois incapaces de imaginar la cantidad de lindens (la moneda oficial, 325 L$ equivalen a 1 €) que pasan de mano en mano en sólo veinticuatro horas. ¿Sabéis por qué? La respuesta es sencilla: éste es un entorno para los empresarios autónomos e innovadores —me divierte hablar como una Mill de pacotilla—, que se benefician a costa de la superficialidad del usuario medio. Imaginad una especie de Marbella gigantesca, perfecta para ocultar cualquier complejo y plagada de avatares casi perfectos (según el modelo Beckham, que a mí me parece 100% anti-erótico), donde todos buscan satisfacer sus instintos más bajos y putalocurienses. Dicho esto, no creo que a nadie le sorprenda saber que la mejor forma de triunfar económicamente en este intento de Matrix es diseñar ropa o buscar un empleo relacionado de algún modo con el erotismo o la pornografía.
Hablemos, a fin de profundizar un poco más, de lo que yo misma he vivido. Me inicié en esta extraña experiencia para realizar un trabajo titulado "Ética, sexo y sociedad contemporánea"), así que ya podéis imaginar qué opción que elegí. Tras ser rechazaba en varias tiendas de perversiones varias (vibradores, esposas, etc.) y alguna que otra revista estilo Playboy por ser demasiado novata, decidí probar con mi siempre odiada prostitución, a fin de comprobar si existe el mismo grado de instrumentalización en esta especie de alternativa virtual. Compré un micrófono, recibí algunos préstamos y mejoré mi aspecto, empezando a trabajar así como una especie de teleoperadora para adultos que, además de improvisar historias en tiempo real, se apoyaba en todas las animaciones (muy explícitas, cosa que me sorprendió, ya que esperaba un "Singles" online) que ofrece el juego para recrear las diferentes situaciones que iban surgiendo.
"Ésta soy yo. Nadie se imagina que este año he mejorado mi expediente universitario a base de fingirme guarra por la red. ¡Viva la ignorancia!"
Algo positivo que me pilló por sorpresa fue el ambiente de igualdad que genera la abundancia de escorts (así los llaman) masculinos, algo impensable fuera de esta cárcel de tres dimensiones, aunque por otra parte no vi ninguna clienta dispuesta a contratarles . Ahora bien, ¿qué miserias humanas esconde este FNAC de las cochinadas? Bien, véamoslo:
"Os presento a Hank. Tiene 32 años y, aunque es estadounidense, vive en Irlanda desde hace diez. Sus tatuajes parecen diseñados por la DGT. Psé."
"Le encanta el sushi..."
"... y que me tire a su caballo. Es lo único que hacíamos."
"Otras veces, cuando se aburría, hablábamos de la vida. Me entretenía, conseguía nueva información y mis bolsillos se llenaban."
La continuación, entrañables foreros, podéis leerla a lo largo de los próximos posts. No obstante, quisiera decir algo antes de dar por terminado el mensaje: gracias a esta investigación he conseguido sobre 600 euros (en dos semanas, trabajando poco más de media hora al día) y una muy buena nota.
El ser humano está podrido y a mí, no sé muy bien por qué, me fascina.
"Trilirí, trilirí" - cantan los ángeles de la intriga.
Seguro que todos habéis escuchado cómo los intelectualoides de "El País" (y Eva Hache, que es una sucia épsilon) anunciaban el fin del fenómeno en cuestión. ¡Se equivocaban! ¡Los muy cerdos erraban! ¡Ah! ¡Pobres víctimas de la más aberrante estulticia! ¡Repugnantes espectadores del Dolce Vita convertidos en los cuadros medios y superiores de Europa! Snif, snif, y demás.
Es cierto que "Coca-Cola" ya no invierte en SL (así lo llamamos los guays que formamos parte de esta secta), pero... ¿quién podría comprar un refresco que no reporta ningún tipo de satisfacción? No hace mucho que las grandes empresas de automóviles dejaron de producir sus modelos para esta "segunda vida". ¿Para qué comprar un coche en una "realidad" que te permite volar o teletransportarte?
Ahora bien, ¿significan estos fracasos de los grandes capitalistas el fin de esta mini-economía internetera? Pues claro que no, sois incapaces de imaginar la cantidad de lindens (la moneda oficial, 325 L$ equivalen a 1 €) que pasan de mano en mano en sólo veinticuatro horas. ¿Sabéis por qué? La respuesta es sencilla: éste es un entorno para los empresarios autónomos e innovadores —me divierte hablar como una Mill de pacotilla—, que se benefician a costa de la superficialidad del usuario medio. Imaginad una especie de Marbella gigantesca, perfecta para ocultar cualquier complejo y plagada de avatares casi perfectos (según el modelo Beckham, que a mí me parece 100% anti-erótico), donde todos buscan satisfacer sus instintos más bajos y putalocurienses. Dicho esto, no creo que a nadie le sorprenda saber que la mejor forma de triunfar económicamente en este intento de Matrix es diseñar ropa o buscar un empleo relacionado de algún modo con el erotismo o la pornografía.
Hablemos, a fin de profundizar un poco más, de lo que yo misma he vivido. Me inicié en esta extraña experiencia para realizar un trabajo titulado "Ética, sexo y sociedad contemporánea"), así que ya podéis imaginar qué opción que elegí. Tras ser rechazaba en varias tiendas de perversiones varias (vibradores, esposas, etc.) y alguna que otra revista estilo Playboy por ser demasiado novata, decidí probar con mi siempre odiada prostitución, a fin de comprobar si existe el mismo grado de instrumentalización en esta especie de alternativa virtual. Compré un micrófono, recibí algunos préstamos y mejoré mi aspecto, empezando a trabajar así como una especie de teleoperadora para adultos que, además de improvisar historias en tiempo real, se apoyaba en todas las animaciones (muy explícitas, cosa que me sorprendió, ya que esperaba un "Singles" online) que ofrece el juego para recrear las diferentes situaciones que iban surgiendo.
"Ésta soy yo. Nadie se imagina que este año he mejorado mi expediente universitario a base de fingirme guarra por la red. ¡Viva la ignorancia!"
Algo positivo que me pilló por sorpresa fue el ambiente de igualdad que genera la abundancia de escorts (así los llaman) masculinos, algo impensable fuera de esta cárcel de tres dimensiones, aunque por otra parte no vi ninguna clienta dispuesta a contratarles . Ahora bien, ¿qué miserias humanas esconde este FNAC de las cochinadas? Bien, véamoslo:
"Os presento a Hank. Tiene 32 años y, aunque es estadounidense, vive en Irlanda desde hace diez. Sus tatuajes parecen diseñados por la DGT. Psé."
"Le encanta el sushi..."
"... y que me tire a su caballo. Es lo único que hacíamos."
"Otras veces, cuando se aburría, hablábamos de la vida. Me entretenía, conseguía nueva información y mis bolsillos se llenaban."
La continuación, entrañables foreros, podéis leerla a lo largo de los próximos posts. No obstante, quisiera decir algo antes de dar por terminado el mensaje: gracias a esta investigación he conseguido sobre 600 euros (en dos semanas, trabajando poco más de media hora al día) y una muy buena nota.
El ser humano está podrido y a mí, no sé muy bien por qué, me fascina.
Última edición por Madame Baroque fecha: Hoy a las 01:23:59.