En muy pocos años, la mayoría de los contratos serán de muy pocas horas semanales (8, por ejemplo), que casi todos serán de teletrabajo y que tendremos entre dos y cuatro fuentes de ingresos, siendo la mayoría a través del ordenador, ya sea enseñando lo que sabemos hacer, vendiendo lo que creamos, apoyando a otros con tareas rutinarias que podemos hacer en ratos libres, etc.
En mi opinión, el que empiece ahora a orientarse hacia eso, será libre cuando todos esclavos. Como se titulaba un libro que me leí, "No es el pez grande el que se come al pequeño, sino el pez rápido el que se come al lento".
juegos de rol, realidad alternativa, nuevas narrativas, juegos serios, serious games, CBT, Coaching, ICBT. TCC, terapia sistémica.GAMIFICACIÓN, TRANSMEDIA, ARGAMES, PSICOLOGÍA, COACHING
Wednesday, September 28, 2011
Sunday, September 25, 2011
Friday, September 23, 2011
coaching y diseño de niveles
Covert Warfare, acción táctica nacional para entusiastas de Google Earth
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¿Cómo hacer un buen videojuego? Pues hay distintas fórmulas. La más fácil si tienes dinero es montarte una superproducción: eliges un género de moda, buscas un guión más o menos original, contratas a todo el mundo, desarrollas durante un par de años, etc. Luego lo vendes por 70€ en las tiendas.
Claro, que hay otras formas. Por ejemplo, si tienes talento puedes crear un juego con una jugabilidad sencilla pero ciertamente innovadora y con un acabado gráfico original y muy efectivo. Encima dejas el juego abierto a que cualquiera pueda crear mapas, misiones, objetivos, rutas y demás, y que luego lo compartan a través de los foros.
Y todo ello sin necesidad de grandes y caros engines 3D o guiones de película. Lo vendes baratito a través de Internet, y todos contentos. Son los juegos indies, y es el caso de un juego que me tiene viciado los últimos días. Y me temo que me va a tener ocupado durante mucho más tiempo. Se trata de ‘Covert Warfare’, de Clandestine Works.
‘Covert Warfare’ es un juego de acción táctica. Manejamos a un helicóptero en plena guerra moderna contra objetivos terrestres y aéreos. Dispones de 4 tipos distintos de armamento y te acompaña otro helicóptero de apoyo. La genialidad está en 3 puntos clave: La jugabilidad, sencilla pero con más profundidad de lo que parece. El aspecto gráfico, original, llamativo y más que efectivo. Y por último, la concepción de juego abierto en el que cualquiera puede crear mapas, colocar enemigos, variar las rutas de scroll, etc. En juego ofrece una versión free totalmente funcional con algunas limitaciones y otra de pago.
Vamos por partes, os dejo un vídeo con algo de gameplay y luego entramos al análisis:
Jugabilidad
‘Covert Warfare’ parece un point-and-click relativamente simple. Cuanto haces el tutorial te das cuenta de que es bastante más complejo de lo que parece al principio. De hecho, puedes hacer caminos opaths predefinidos con varios puntos de guía, y más vale que aprendas para cuando vengan los malos en grupo.
‘Covert Warfare’ parece un point-and-click relativamente simple. Cuanto haces el tutorial te das cuenta de que es bastante más complejo de lo que parece al principio. De hecho, puedes hacer caminos opaths predefinidos con varios puntos de guía, y más vale que aprendas para cuando vengan los malos en grupo.
El escenario se mueve como en un típico arcade de scroll, pero no se cierra únicamente al desplazamiento lateral o vertical, sino que los mapas pueden contener paths de scroll. De esta forma se pueden hacer niveles con scroll en circulos alrededor de un punto, o en zig-zag por el mapa. El helicóptero puede activar un modo silencioso denominado stealth mode, que consiste en que se detiene el scroll del escenario. Esto permite detener el desplazamiento para centrarse en determinados objetivos, y así tener más control sobre la partida.
El helicóptero se mueve exclusivamente con el ratón: con un botón para orientarlo y otro para desplazarse. Con el ratón también apuntamos a los malos para disparar con el arma seleccionada. Parece fácil, pero cuesta cogerle el truquillo. Las armas que puedes seleccionar son cohetes, misiles aire-tierra, misiles aire-aire, y ametralladoras. Algunos persiguen al enemigo, otros no, y las ametralladoras pueden disparar a varios malos a la vez sin necesidad de estar orientados hacia ellos, lo cual se agradece.
Además podemos invocar al helicóptero de apoyo, el cual aparecerá por un lado de la pantalla y se quedará un ratillo ofreciéndonos cobertura. Con 4 teclas definimos si queremos cobertura por delante, detrás o a los lados, pero él se mueve a lo suyo.
Los malos pueden ser blancos terrestres, fijos o móviles, armados o no, y otros helicopteros que tratarán de hacernos la puñeta todo lo que puedan. Algunos objetivos tienen que ser destruidos para terminar la misión con éxito.
Acabado gráfico
Estéticamente el juego es de lo más curioso, y es una de las cosas que más me llama la atención es que lo estás viendo es una grabación vía satélite. Con sus fallos de conexión y efectos de sonido incluidos. Me recuerda enormemente a más de una pelicula de espías. Este truco de la visión de satélite le sirve al juego para simplificar los gráficos sin eliminar realismo. Y el efecto que produce es super original y espectacular. O tal vez sea yo, que soy un friki del Google Earth.
Estéticamente el juego es de lo más curioso, y es una de las cosas que más me llama la atención es que lo estás viendo es una grabación vía satélite. Con sus fallos de conexión y efectos de sonido incluidos. Me recuerda enormemente a más de una pelicula de espías. Este truco de la visión de satélite le sirve al juego para simplificar los gráficos sin eliminar realismo. Y el efecto que produce es super original y espectacular. O tal vez sea yo, que soy un friki del Google Earth.
Aquí dejo el obligatorio pantallazo con el primer nivel creado por mí, con el cuartel general de VX (click para agrandar)
Creación de mapas
La creación de mapas de ‘Covert Warfare’ es su punto más fuerte, tanto como el resto del juego en sí mismo. No voy a entrar a fondo a hablar de esto porque se merece un post independiente, pero sí os contaré por encima las posibilidades. Sobre todo porque la gente de ‘Clandestine Works’ ofrece jugosos premios (en forma de versión completa del juego) a los 20 primeros en hacer mapas y colgarlos en los foros del juego.
La creación de mapas de ‘Covert Warfare’ es su punto más fuerte, tanto como el resto del juego en sí mismo. No voy a entrar a fondo a hablar de esto porque se merece un post independiente, pero sí os contaré por encima las posibilidades. Sobre todo porque la gente de ‘Clandestine Works’ ofrece jugosos premios (en forma de versión completa del juego) a los 20 primeros en hacer mapas y colgarlos en los foros del juego.
¿Cómo se hace un mapa de ‘Covert Warfare’? Pues sencillo: coges una imagen que te guste, y la copias en formato .jpg en una carpeta del juego. Entras en el juego, y le das a la opción de ‘compilar’. Ya está, ya puedes volar sobre tu ciudad favorita.
¿Cual es el siguiente paso? Añadir el punto de salida del helicóptero. Añadir unidades enemigas. Añadir rutas, objetivos de misión. Añadir un path para el scroll del mapeado. Añadir imágenes para la visión de scanner, para el mini-mapa, para los mapas de elevación (de forma que los edificios bloqueen en paso de los misiles), etc. Todo ello se hace metiendo nuevas imágenes y creando patrones de colores (representando las unidades y los paths). Más sencillo imposible. Ahí va un pantallazo:
Los más avispados podéis utilizar Photoshop. Los más frikis el GIMP. Yo uso simplemente el Paint.
Tengo idea de hacer una batalla campal en ‘casa’ para un post sobre el tema, y para compartirlo en el foro… quizá en el Paseo de la Castellana de Madrid, o en la Diagonal de Barcelona… ¿alguna idea?
Clandestine Works
Clandestine Works es un estudio pequeñito español de lo más indie. ‘Covert Warfare’ surgió a partir de una broma realizando experimentos visuales con imagenes vía satélite. Luego la idea evolucionó hacia un modelo abierto en el que la gente creara contenidos y los compartiera a través de los foros. Finalmente la idea acaba de terminarse con el nombre de ‘Covert Warfare’.
Clandestine Works es un estudio pequeñito español de lo más indie. ‘Covert Warfare’ surgió a partir de una broma realizando experimentos visuales con imagenes vía satélite. Luego la idea evolucionó hacia un modelo abierto en el que la gente creara contenidos y los compartiera a través de los foros. Finalmente la idea acaba de terminarse con el nombre de ‘Covert Warfare’.
¿El futuro? Pues de momento ya se está pensando en nuevas unidades y cosas así. Y si la cosa tiene éxito estoy seguro de que no tardaremos en ver modos de juego online.
Sitio oficial | Clandestine Works
Friday, September 16, 2011
En España hacen falta emprendedores
Solo hay que ver la manera que tienen de enseñar en la escuela-colegio-universidad. Crean loros que toman apuntes y luegos los copian en un examen. Donde esta el espiritu de colaboracion? de buscar la informacion, de crear conceptos nuevos. Donde te enseñan que para triunfar hay que equivocarse?, que para hacer las cosas bien, hay que errar y errar. En Estados Unidos, cuando leen tu curriculum, se fijan en las empresas que has creado y por que se han ido a la mierda, y que has aprendido de tu experiencia. No vale de nada un tio que sale de la universidad y esta verde como una manzana.
La experiencia, para todo, es una ventaja enorme sobre los demas. Y la experiencia solo se adquiere metiendote en embolaos, cagandola y perdiendo dinero, tiempo y esfuerzo. No hay otra manera de aprender. Ya te pueden aconsejar, que no hay nada como mojarte en un pozo, para saber que el agua estaba muy fria.
España esta amenazada con irse a tomar por culo por culpa de los que tienen la pasta y los que nos gobiernan. Y es una cosa seria porque esto puede acabar en un caos absoluto. No me quiero imaginar la que puede caer, pero parte de culpa la tiene el que en este pais no haya emprendedores. Han capado la creatividad y la innovacion con la promesa de un trabajo que te de al mes un buen sueldo con dos pagas, y 30 dias de vacaciones al año. No meterse a crear tu propio negocio crea las tipicas frases de: “gano bien, para que voy a complicarme la vida?” o “los empresarios son unos explotadores y unos ladrones”, o “yo salgo a las 6 de la tarde, y tengo todo el dia para mi”. Mec! Error!.
Hablo desde la perspectiva de un empresario que soy, y si, cuando empecé no ganaba una mierda, y pasé años gastando todo lo que ganaba. Y tambien me tiré muchos dias 16 horas delante de un ordenador. Fiestas? las utilizaba para adelantar trabajo. Vacaciones? mi filosofia era trabajar y descansar en el dia, asi que, a dia de hoy, no concibo un viaje o unas vacaciones sin un ordenador. Hay pocos que piensan como yo, lo se, pero esos pocos, son los que cuando iban a la escuela, la clase se reia de ellos y los llamaban frikis. No pasaban por el aro, tenian otros proyectos de vida.
Los padres, nos quieren mucho, pero no hay que hacerles caso. Su modelo de vida caducó cuando dejaron la universidad. Eran otros tiempos, habia menos gente y todo iba mucho mas despacio. No pueden aconsejarte porque lo que han conseguido en la vida es una estabilidad y un estado acomodaticio que no sirve para nada para un joven de 20 años que se quiere comer el mundo. Los estudios? no nos volvamos locos, es un negocio como otro cualquiera, revestido de pedanteria, mucha tonteria y bastante insolencia. Lo mejor es salir de ahi y probar cosas. Ademas, hoy por hoy, una universidad no te garantiza un puesto de trabajo para toda la vida, que es lo que las madres insisten dia y noche en que si, amargando la vida de mas de uno/a.
Mi consejo es que si quereis ganar mas dinero que un sueldo, si quereis realizaros como personas en esta vida tan corta, monteis vuestro propio negocio. De lo que sea, de lo que os haga realmente feliz. Por favor, no estudieis/trabajeis en lo que quiere vuestro padre. Sereis unos infelices. Buscad algo que os motive y hacedlo. Paciencia y supervivencia. Cualquier sueño es posible. Animo! Dale a la teclita y adelante!
Educación: esfuerzos para mejorar la cárcel
- JUAN GUILLERMO TEJEDA
- Artista visual. Académico de la Universidad de Chile.
La verdad es que si yo hubiera salido a marchar por la educación cuando estaba en el colegio, hace ya muchos años, hubiera exigido no que lo mejoraran, sino que lo cerraran. Mi colegio, de curas y con lucro, me pareció siempre un recinto carcelario a cargo de personajes depresivos e ineptos. Su desaparición me hubiera devuelto la libertad.
En casa, mi padre se quedaba repasando los artículos que escribía a máquina para llevarlos a mediodía a la redacción de los diarios. Su muy personal ambiente creativo producía un desparramo de libros abiertos en el suelo y las mesas, revistas con marcas, música de jazz o de Bach, humo de cigarrillo y todo aquello que pudiera ayudar a la libertad de espíritu, a desplegar el ímpetu creativo. Sólo observando lo que hacía y gracias también a sus gestos, a sus miradas, aprendí con él muchísimo más que en el colegio, aprendí a entender la cultura como una conversación y no como un deber, también supe ganarme la vida más tarde con aquello, además de quedar de paso premunido de algunos valores que me parecen relevantes: la tolerancia, el sentido del humor, el amor por la libertad, la confianza en nuestra propia humanidad individual.
Nunca entendí por qué razones me obligaban a levantarme a unas horas absurdas, tiritando de frío y atemorizado, para dejar la tibieza del hogar e ir a dar a aquel cuartel que estaba considerado un gran colegio, pero que era asqueroso. No se puede mejorar una cárcel. No es posible optimizar un sistema que en lugar de hacernos conversar con las mentes más interesantes de todos los tiempos, cada cual a su manera y a su gusto, se empecinaba en exigirnos resúmenes, sumas, quebrados, memorizaciones botánicas y otras estupideces, a punta de amenazas y castigos.
Lo que sí es cierto es que en el sistema educativo nacional hay cárceles más pirulas y cárceles menos, y que se trata de una encarcelación muy segmentada por clase social, por barrio, por el azul o marrón de los ojos, incluso por la inteligencia o capacidad de sometimiento, sin que los niños tengan responsabilidad alguna en esos afanes por discriminar que dan asco. En todos los casos, sin embargo, se les enseña a los estudiantes no lo que quieren aprender, sino lo que unos burócratas de la pedagogía creen que debe enseñarse, con horario impuesto, en recintos numerados y por materia etiquetada.
Creo que la lección real del colegio era: niño, eso que tú crees que es tuyo, tu tiempo, nos pertenece. Y ese cuerpo que quizá imaginas que es también tuyo, nada, es del colegio, así es que uniforme completo, pelo corto, sin moverse cada uno en su pupitre, clase de gimnasia y los viernes de rodillas en la iglesia. Y nada de pensamientos aviesos, que tu mente también es cosa nostra. Una sistemática violación de los derechos humanos en nombre de una cultura despreciable de cuaderno y libros de textos. Lo intuía yo claramente comparando aquella basura con la cultura tolerante y entusiasta de mi papá.
Pero nuestros jóvenes de hoy están decididos a mejorar la educación. No sé si se pueda mejorar algo tan dañino, y es cuestión de ver, lo primero que se hace en un colegio es instalar la reja del perímetro y el control de entradas y salidas. ¿Por qué no dejar que cada cual entre o salga libremente? Lo que más vale son las notas, una especie de dinero negro del conocimiento que en verdad nada tiene que ver con su sustancia. Cuando aprendemos algo que nos sirve estamos naturalmente contentos, y no necesitamos premios adicionales y menos castigos. ¿Para qué? Aprendemos porque lo necesitamos, no para ser evaluados.
Suponemos quizá que los niños están mejor en el colegio, más seguros, pero hay ahora muchos colegios que llevan meses sin clases y no se perciben mayores daños en nadie. Yo creo que los padres ponen allí a los niños sus padres para huir de la casa y sumergirse también ellos en sus prisiones ansiosas, y hacer dinero para pagar ansiosamente muchas cosas que no necesitan. Transfieren a los colegios la función de educar, creyendo que la educación es una mercancía, un servicio que se puede externalizar a cambio de una suma mensual.
Lo que sí es cierto es que en el sistema educativo nacional hay cárceles más pirulas y cárceles menos, y que se trata de una encarcelación muy segmentada por clase social, por barrio, por el azul o marrón de los ojos, incluso por la inteligencia o capacidad de sometimiento, sin que los niños tengan responsabilidad alguna en esos afanes por discriminar que dan asco. En todos los casos, sin embargo, se les enseña a los estudiantes no lo que quieren aprender, sino lo que unos burócratas de la pedagogía creen que debe enseñarse, con horario impuesto, en recintos numerados y por materia etiquetada.
Da lo mismo tanto esfuerzo, porque finalmente a uno se le queda dentro bien poco de todo aquello, y menos peso aún tiene esa materia existiendo Google, que allí está todo sin tener que ponerse un uniforme y escuchar sentado a un compadre no muy convencido explicando algo de manera autoritaria.
Los niños son curiosos y aprenden por sí solos, como los adultos. Somos buenos para aprender, los humanos. Y los colegios son una prótesis medio ridícula donde se propagan los peores vicios de nuestra sociedad clasista y paranoica. En unas décadas o siglos más, si el planeta sigue un poco donde está, contemplarán nuestros sucesores con una sonrisa burlona nuestros afanes por mejorar la educación. La educación es algo constitutivo de nuestro ser, una fuerza dinámica, no un edificio, ni una marca, ni un programa, ni una libreta de notas, ni un título o un postítulo.
Comparada con los colegios, la universidad siempre me pareció un espacio de libertad. Finalmente uno puede elegir en ellas qué estudiar, aunque no siempre, porque hay padres que insisten en imponer sus propios gustos a los hijos, chantajeándolos. Lo cierto es que cada cual debe hacerse cargo de su propia vida, y lo que el padre estudió o no estudió es su asunto, no el de sus hijos.
No sé por qué en Chile no ir a la universidad es en muchas familias una especie de drama: no quedó!… no le dio el puntaje! Madres sollozando, padres encolerizados, o al revés. Es mejor, como decían los fundadores de Summerhill, ser un carpintero feliz que un Primer Ministro neurótico. Pero en Chile, aunque no tengamos Primeros Ministros, estamos apostando fuerte por la neurosis. La mera pregunta “qué vas a estudiar” cuando sale alguien del colegio es ya un poco pasadora a llevar. Esa persona ya estudió, y sabrá cada cual si quiere o seguir sentado en un banco repasando hojas de libros. La pregunta respetuosa, si hay interés, es preguntarle al joven o a la joven a qué piensa dedicarse.
Existen muchas universidades, sin embargo, que se esmeran en ser como colegios aunque no haya que llevar uniforme y se permita fumar a los estudiantes en los recreos. Son estrictas, con mucha cosa obligatoria, tareas, retos, apuntes, notas, promedios, indicadores, toda esa parafernalia que nada tiene que ver con el conocimiento auténtico.
En eso las universidades públicas son más evolucionadas, hay menos marcación personal y al mismo tiempo más libertad y mayor formación en las propias responsabilidades. El proyecto humanista consiste en entregar a los jóvenes un espacio abierto y con recursos, donde pueda cada cual organizar su crecimiento y su maduración según sus propios intereses y motivaciones.
Con estas movilizaciones estudiantiles tan bonitas en cuanto a la meta que se han propuesto, nos ha aparecido a veces a la vista la parte más oscura de las universidades públicas, especialmente con las “tomas”, que significan interrumpir no sólo la programación prevista, sino además la libre circulación de las personas. Los organizadores de las “tomas” instalan lienzos, candados, controles de entrada, también puede que un pequeño club de encapuchados, y programan actividades tipo campamentos juveniles de los antiguos países comunistas, todos opinando más o menos lo mismo, marchando, en pos de unos ideales, y muy enojados, no se vaya uno a oponer en una asamblea a lo que están tratando de hacer. Siendo emocionante, no hay en aquel tipo de organización libertad para pensar, para opinar o para entrar y salir. Uno no entiende cómo en una universidad pública, que se define identitariamente por su pluralismo, por su no discriminación, se permite que grupos de personas se apropien físicamente de los lugares, discriminen, segreguen, etc.
A mucha gente le gustan mucho las “tomas”, sin embargo. Tal como son muy populares los colegios con sus rejas perimetrales y sus uniformes. De la misma manera como se pretende manipular a los jóvenes para que estudien, digamos, derecho y no por ejemplo gastronomía. O como se afanan algunas universidades privadas en atrincar bien a sus pupilos.
Son manifestaciones, todas ellas, del gusto de mucha gente por la esclavitud. De la desconfianza en la naturaleza curiosa y creativa de las personas. Una moralina pesimista, revestida de ideas de derecha o convicciones de izquierda, da lo mismo, porque su norte es combatir la libertad.
La libertad nos da miedo porque significa hacernos cargo de nosotros mismos. Se trata, siendo libres, de pensar, de decidir, y de defender lo que uno ha pensado y decidido, porque de otro modo no se siente uno bien consigo mismo. Se trata de confiar en nuestros sentimientos profundos, en esa voz que nos dice qué es lo recto y lo no recto. Ser honestos nos obliga a cierta modestia, a hacernos cargo de nuestra realidad personal e intransferible, de nuestros deseos.
Pese al miedo que da y al esfuerzo que comporta, es mucho más bonita y plena una existencia libremente escogida que una vida esclava. En rigor, sólo una existencia en libertad, respetando por cierto a los demás, merece llamarse humana.
Quienes venden esclavitud (en cualquiera de sus modalidades educacionales o ideológicas) a menudo se la sacan argumentando que es “por ahora”, que es preciso sacrificarse ahora para ser libres más tarde. Mi experiencia me dice que quien practica la esclavitud en las cosas pequeñas la defiende también al final en las grandes cosas. Que cuando uno entrega tontamente un trocito pequeño de su propia libertad y de su propia sensatez, termina por entregarla toda. Lo que está en juego cuando nos esclavizamos o no dejamos que nos esclavicen es nuestra identidad, nuestra diferencia gozosa de habitar cada uno de nosotros en propiedad nuestro propio ser, que se educa cada día, a su pinta, lejos de negociantes, burócratas o comisarios políticos.
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