Saturday, June 25, 2011

ARG (Juego de realidad alternativa)

enero 19, 2010 en 12:00 pm | Escrito en ARG, Diccionario marketing | 1 comentario
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Un juego de realidad alternativa (ARG), a camino entre el marketing de guerrilla y los juegos de rol, es un relato interactivo que utiliza el mundo real como plataforma. Se emplean múltiples medios de comunicación (teléfonos, correo electrónico, etc.) como elementos de juego, para contar una historia que puede verse afectada por la interacción de sus participantes.
Requiere de una intensa involucración de los jugadores con la historia, que tiene lugar en tiempo real y evoluciona de acuerdo a las respuestas de los participantes. Existe un equipo central “diseñadores del juego” que supervisan la evolución de toda la actividad.
Los jugadores interactuar directamente con los personajes en el juego para resolver la trama basada en desafíos y acertijos, con frecuencia trabajan en comunidad para tratar de resolver los enigmas y pruebas planteadas. Internet sirve como medio de unión central.
La popularidad de este tipo de juegos está aumentado. Un ejemplo el éxito de este tipo de acciones es el galardón Emmy al Mejor servicio de televisión interactiva que recibió en abril de 2008 la televisión sueca por su proyecto The Truth About Marika, en el que se elaboró un ARG paralelo a la producción de una serie televisiva.

Wednesday, June 08, 2011

Empecemos por la clave número uno de la salud vital: el poder de la respiración.

La energía: el combustible 

Uno de los medios para influir sobre la fisiología consiste en cambiar la manera de utilizar el sistema muscular: se puede modificar la postura las expresiones faciales, la respiración.

Por mucho que cambie usted sus representaciones internas, si tiene la bioquímica estropeada o alterada, el cerebro recibirá representaciones distorsionadas.

Empecemos por la clave número uno de la salud vital: el poder de la respiración.

El fundamento de la salud es la buena circulación de la sangre, ya que éste es el sistema que transporta el oxígeno y los nutrientes a todas las células de su cuerpo.

El que goza de una buena circulación tiene asegurada una vida larga y saludable.

Estamos hablando de un medio que es el torrente sanguíneo. ¿Cuál es el órgano de mando que controla ese sistema? La respiración. Con ella oxigenamos el organismo y estimulamos los procesos eléctricos de todas y cada una de las células.
Ahora ya sabe por qué algunos sistemas como el yoga conceden tanto valor a una respiración correcta. No hay nada mejor para depurar el organismo.


Permítame participarle la manera más eficaz de respirar para limpiar su sistema. Hay que mantener el ritmo siguiente: inspirar durante la cuenta de uno, retener durante la cuenta de cuatro, espirar durante la cuenta de dos. Es decir, si se toma aire durante cuatro segundos, se ha de contener el aliento durante dieciséis y exhalar el aire durante ocho. ¿Por qué la espiración debe durar el doble que la inspiración? Porque es la fase durante la cual se eliminan las toxinas por vía del sistema linfático. ¿Por qué contener la respiración durante cuatro períodos? Para oxigenar plenamente la sangre y activar el sistema linfático. Al respirar hay que empezar por la parte baja, en el abdomen, como una aspiradora que extraiga todas las toxinas de la circulación.

Tómese tiempo tres veces todos los días para realizar cada vez diez respiraciones profundas a la cadencia descrita en las líneas anteriores. ¿Repetimos esa cadencia? Un tiempo de inspiración, cuatro tiempos de retención, dos tiempos de espiración. Por ejemplo, inspire hondo, con el abdomen, a través de la nariz y contando hasta siete (la cifra puede ser más grande o más pequeña, según su capacidad). Retenga el aliento durante un período cuatro veces más largo, o sea hasta llegar a la cuenta de veintiocho. Espire luego, poco a poco y por la boca, hasta contar dos veces el tiempo de inspiración, es decir hasta catorce.

Practique esas diez respiraciones profundas tres veces al día y experimentará una mejora sensacional de su salud.

El otro elemento esencial para una respiración saludable es la práctica diaria de ejercicios aeróbicos. Es bueno correr, aunque un poco fatigante. Es excelente nadar. Sin embargo, uno de los mejores ejercicios aeróbicos que pueden practicarse en cualquier estación es la cama elástica, aparato no muy costoso y que apenas presenta peligro de sobreesfuerzo o estrés. Aeróbicos quiere decir, literalmente, ejercicios que consumen aire.


La segunda clave consiste en comer alimentos abundantes en agua. El 70 por ciento de la superficie de nuestro planeta está cubierta de agua. El 80 por ciento de nuestro organismo está constituido por agua. ¿Qué le parece que debería contener su dieta principalmente? Convendría controlar que su dieta esté formada por un 70 por ciento de alimentos ricos en agua. Es decir, fruta fresca o verduras, o jugos de lo uno o lo otro recién exprimidos.


Sólo hay tres clases de alimentos de esa clase en el mundo: la fruta, la verdura y las legumbres. A partir de hoy, tome una ensalada en todas las comidas. Que el postre conste exclusivamente de fruta, y prescinda de dulces y caramelos. Notará la diferencia cuando vea que su cuerpo funciona con más eficacia y usted se sienta tan estupendo como es en realidad.


La tercera clave para la salud vital es el principio de la combinación eficaz de los alimentos.

Los diferentes tipos de alimentos se digieren de diferentes maneras. Los alimentos ricos en almidón (el arroz, el pan, las patatas, etcétera) requieren un medio digestivo alcalino; el mismo se encuentra ya en la boca gracias a una diastasa llamada ptialina. Los alimentos proteínicos (la carne, la leche y sus derivados, los frutos secos, las semillas) necesitan para su digestión un medio ácido: pepsina y ácido clorhídrico.

Ahora bien, la química dice que dos medios contrarios (el ácido y el alcalino) no pueden subsistir al mismo tiempo, ya que se neutralizan entre sí. Si se ingiere una proteína junto con un almidón, la digestión resulta perjudicada o se paraliza por completo. Los alimentos sin digerir se convierten en terreno de cultivo para las bacterias, que producen su fermentación y descomposición, lo cual se manifiesta en forma de desórdenes digestivos y gases.

Pues bien, la combinación de alimentos se reduce a eso.

He aquí una manera muy sencilla de programarla: en cada comida, tome sólo un alimento concentrado. ¿Cuáles son los alimentos concentrados? Todos los que tienen escaso contenido en agua. La cecina, por ejemplo, es un concentrado, mientras que la sandía es abundante en agua. Algunos no quieren limitar sus hábitos de comer concentrados: a ésos les diré lo que deben hacer como mínimo, que es no tomar carbohidratos (almidones) y proteínas en la misma comida. No coma esa carne con patatas. Si le parece que no puede prescindir de ninguna de las dos cosas, tome lo uno durante el almuerzo y lo otro durante la cena. Eso no es tan difícil, ¿verdad? Uno puede entrar en el mejor restaurante del mundo y decir: «Tomaré el bistec sin patatas fritas, y póngame una ensalada variada y algo de verdura hervida». En esto no hay ningún problema: las proteínas pueden combinarse con la ensalada y la verdura, porque éstos son alimentos ricos en agua. También podría pedir las patatas con la verdura y la ensalada, pero sin el bistec. Nadie dirá que se queda con hambre después de una cena así.


Para muchas personas, la digestión consume más energías que casi todo lo demás. También conviene tener en cuenta que beber líquidos durante las comidas diluye los jugos digestivos y hace más lenta la digestión.

Pasemos a la clave número cuatro, que es la ley del consumo controlado. ¿Le gusta a usted comer? A mí también. ¿Quiere saber cómo podría comer más? Muy fácil: coma menos. De esta manera vivirá más años y comerá más en total.

Por tanto, el mensaje es claro y sencillo: coma menos y vivirá más. Pero asegúrese de que su pasatiempo no esté matándole. Si desea comer grandes cantidades de alimentos, puede hacerlo. Pero que sean alimentos ricos en agua. La fruta es el alimento más perfecto, el que consume menos energía durante la digestión y el que, a cambio, beneficia más al organismo. El único nutriente que consume el funcionamiento del cerebro es la glucosa. La fruta contiene principalmente fructosa (que se convierte fácilmente en glucosa) y un 90 a 95 por ciento de agua, por lo general, lo cual significa que limpia y alimenta al mismo tiempo. Objetivo primordial.

La fruta siempre debe comerse en ayunas. ¿Por qué? El motivo es que la fruta no se digiere primariamente en el estómago, sino en el intestino delgado. Conviene que pase por el estómago en cuestión de minutos, al efecto de librar sus azúcares cuanto antes en el intestino. Pero si el estómago contiene carne o féculas, la fruta queda atrapada allí y empieza a fermentar. Es lo que ocurre cuando uno toma fruta como postre después de una gran comida, que queda una sensación desagradable para todo el resto del día. Para tomarla correctamente, la fruta debe ingerirse siempre en ayunas.

¿Quiere saber cuál es la mejor adquisición que puede hacer?

¡Cómprese una licuadora! ¿Tiene usted coche? Venda el coche y cómprese una licuadora, que le llevará mucho más lejos. ¡Hágalo ahora mismo! El jugo se toma en ayunas, igual que la fruta misma, y se digiere con tanta rapidez que sólo quince o veinte minutos después ya se puede hacer una comida normal.

Cuando se levante y a lo largo del día, mientras pueda soportarlo cómodamente, no tome nada más que fruta fresca o jugos recién exprimidos. Observe esta limitación hasta mediodía como mínimo.

Cuanto más consiga resistir sin otro alimento en el cuerpo que la fruta, más horas tendrá el organismo para limpiarse. Cuando haya aprendido a prescindir del café y demás basuras con que suele intoxicar su organismo desde el principio de la jornada, notará un caudal nuevo de vitalidad y de energía, que actualmente no puede ni sospechar. Haga la prueba durante diez días, y ya lo verá.

La sexta clave para la salud vital es acabar con el mito de las proteínas.

1.         No deben combinarse nunca las proteínas con los carbohidratos.
2.         Una ensalada con abundante verde puede comerse con cualquier proteína, hidrato de carbono o grasa.
3.         Las grasas o lípidos inhiben la digestión de las proteínas. Si no quiere prescindir, consuma una ensalada mixta, que neutralizará el efecto inhibidor de la digestión.
4.         No tomar nunca líquidos durante las comidas o inmediatamente después.


¿Cuál es la mejor idea de ventas que pueda concebirse en el mundo? Creo que la de convencer a los usuarios de que su vida peligra si no usan nuestro producto.

Los adeptos del culturismo, que se atiborran de proteínas, no destacan precisamente por su fondo físico. Se fatigan en seguida.  En la carne, además, proliferan las bacterias de la putrefacción. Por si no supiera usted cuáles son esas bacterias, se trata de los gérmenes que habitan en el colon.

Mientras dura la vida del animal, los procesos osmóticos del colon evitan que las bacterias de la putrefacción invadan el organismo. Pero cuando el animal muere, el proceso osmótico cesa y las bacterias de la putrefacción atraviesan las paredes del colon invadiendo la carne, que así se pone en sazón.

Si realmente no puede prescindir de la carne, le aconsejo que tome las precauciones siguientes. En primer lugar, que el producto proceda de reses criadas en pastos naturales, no con piensos a los que se añaden hormonas para el crecimiento. En segundo lugar, que limite drásticamente el consumo. Redúzcalo a una sola vez al día.

¿Sabe en qué coincidieron Pitágoras, Sócrates, Platón, Aristóteles, Leonardo da Vinci, Isaac Newton, Voltaire, Henry David Thoreau, George Ber-nard Shaw, Benjamin Franklin, Thomas Edison, el doctor Albert Schweitzer y Mahatma Gandhi? Todos ellos fueron vegetarianos. No es mal grupo de ejemplos para «modelar», ¿verdad?

¿La leche de vaca contiene, por ejemplo, poderosas hormonas de crecimiento, ya que el ternero, que pesa 40 kilos al nacer, ha de convertirse en un animal adulto que pesará 450 kilos sólo dos años después. En comparación, el humano recién nacido con 3 o 3,5 kilos no alcanza la madurez física y el peso definitivo —digamos entre 50 y 90 kilos— hasta veintiún años más tarde. Hay una gran controversia sobre los efectos de ese hábito en nuestra población.

Según Ellis, quien se preocupe por si asimila o no calcio suficiente debe tomar verdura en abundancia, manteca de sésamo o frutos secos, todo lo cual es muy abundante en calcio y lo presenta en una forma que facilita su incorporación. ¿Y en cuanto al queso? No es más que leche concentrada; recordemos que se necesitan entre ocho y diez litros de leche para fabricar un kilo de queso. Su contenido graso, por sí solo* sería un motivo suficiente para limitar el consumo. Si no puede prescindir del queso, limítese a echar un poco, cortado en dados, en una gran ensalada.

La abundancia de alimentos ricos en agua contrarrestará un poco el atascamiento debido al queso. A algunos, eso de prescindir del queso les parecerá terrible. Meta unos plátanos en el congelador y páselos luego por la batidora; obtendrá un postre de sabor y frescor totalmente idénticos a los del helado, pero más sano y nutritivo.

Trate de suprimir la leche y limitar su consumo de los demás lácteos durante treinta días, y juzgue por los resultados que observe en su organismo.

Ensaye los seis principios o claves de la salud vital. Ensáyelos durante los próximos veinte o treinta días, o durante toda la vida, y juzgue por sí mismo si producen niveles más altos de energía y una sensación de vitalidad que le ayudará en todo cuanto emprenda. No obstante, procede aquí una pequeña advertencia. Si comienza usted a respirar más eficazmente, de una manera que estimule sistema linfático, y si empieza a combinar correctamente los ingredientes de su alimentación y a ingerir alimentos con un 70 por ciento de agua, ¿qué puede ocurrir? ¿Recuerda lo que dice el doctor Bryce sobre el poder del agua? ¿Ha visto alguna vez un incendio en un edificio que tenga una sola salida de emergencia? Todo se precipita hacia la salida. Pasa lo mismo con nuestro organismo: usted empezará a eliminar las toxinas acumuladas durante años y su cuerpo lo hará con toda esa energía recién adquirida. Puede ocurrir que nuestra nariz empiece a segregar moco en exceso. ¿Significaría eso que hemos pillado un resfriado? En absoluto. El «constipado» lo hemos atrapado por comer. Nos hemos «constipado» por culpa de los largos años de hábitos alimenticios equivocados. En algunas personas, el súbito aumento de las toxinas eliminadas por los tejidos corporales puede causar un ligero dolor de cabeza. ¿Deben precipitarse a tomar aspirinas? ¡No! ¿Dónde queremos dejar las toxinas, dentro o fuera del organismo? ¿Dónde ha de quedar ese moco en exceso, en el pañuelo o en nuestros pulmones? Es el pequeño precio que hay que pagar por tantos años de malas costumbres alimenticias. En muchas personas, no obstante, tal reacción negativa no se producirá y aparecerá en seguida esa sensación de mayor vitalidad y bienestar.
Recuerde que la calidad de nuestra fisiología afecta a nuestras percepciones y a nuestra conducta. Todos los días vemos pruebas de cómo la dieta habitual, recargada de dulces, comidas rápidas y aditivos químicos, acumula toxinas «atrapadas» en el organismo; a su vez esos productos de desecho alteran los niveles de oxigenación y de energía eléctrica celular, lo que produce todo género de consecuencias negativas desde el cáncer hasta un aumento de la criminalidad. Como ejemplo horrible, veamos la dieta de un delincuente juvenil mul-tirreincidente, reproducida por Alexander Schauss en su obra Dieta, crimen y delincuencia.

Una sociedad que permite que sus jóvenes se alimenten de esta manera no puede dejar de pasar por serias dificultades. ¿Qué efectos puede producir semejante «alimentación» en la fisiología, y por tanto en el estado general y el comportamiento ?

Se advierte especialmente la necesidad de un nuevo planteamiento de las investigaciones acerca de las enfermedades mentales. En la actualidad posiblemente se dedica demasiado tiempo, esfuerzo y dinero a dragar las aguas estancadas de la mente, cuando quizá sería más provechoso tratar de descubrir y eliminar las causas biológicas concretas de las dolencias mentales.

¿Qué es un antojo? En primer lugar, se trata de algo que crea uno mismo, debido a la manera en que se representa a sí mismo las cosas. Por supuesto que la mayor parte de ese proceso puede ser inconsciente. Sin embargo, cuando uno entra en un estado en que desea intensamente un determinado tipo de comida, es porque ha creado una representación interna determinada.

El antojo de mi hermano (o su fetiche, si se quiere) eran los Kentucky Fried Chicken. Cuando pasaba por delante de un establecimiento de esta cadena, inmediatamente se le disparaba el recuerdo de la vez anterior. Imaginaba aquella sensación crujiente (submodalidades cenestésico-gustativas) en la boca, y recordaba el calor y la textura del bocado al paladearlo. Al cabo de pocos segundos de esa representación, adiós a la ensalada y bien venido el pollo frito.

Le pedí que se formase una representación interna de sí mismo mientras comía en un Kentucky Fried Chicken. En seguida empezó a segregar saliva. Luego hice que describiera con todo detalle las submodalidades visuales, auditivas, cenesté-sicas y gustativas de su representación interna. La imagen se presentaba arriba y a la derecha, a tamaño natural, en movimiento como una película bien enfocada y a todo color. Se oía a sí mismo diciendo: «Mmmm, ¡está bueno!», mientras comía y disfrutaba el sabor crujiente y el calorcillo. Luego hice que se representase la comida que más odiaba, que le causaba náuseas con sólo pensar en ella: las zanahorias. (Yo ya lo sabía, porque se ponía verde cada vez que me tomaba un jugo de zanahoria en su presencia.) Le pedí que describiera con todo detalle las submodalidades de la zanahoria. No quiso ni pensarlo. Empezó a sentirse mareado. Dijo que las zanahorias estaban abajo y a la izquierda, en forma de foto fija algo más pequeña que el tamaño natural; era una escena oscura y fría. Su representación auditiva fue: «Esto es repugnante. No quiero comerlo. No me gusta». Las representaciones cenestésicas y gustativas correspondían a un sabor a cosa pasada (lo que ocurre con las zanahorias cuando se hierven demasiado), a plato más bien tibio, a sabor empalagoso, a guiso recalentado. Le dije que comiera un poco mentalmente. Entonces puso una verdadera cara de enfermo y dijo que no podía. Le pregunté: «Si pudieras, ¿qué sentirías al paladearlas?». Contestó que sentiría ganas de vomitar.

Habiendo precisado así las diferencias entre cómo se representaba ei pollo frito a lo Kentucky y las zanahorias, le pregunté si estaba dispuesto a intercambiar sensaciones entre lo uno y lo otro, a fin de fomentar su régimen con vistas a la obtención de resultados salutíferos. Dijo que sí, en el tono más pesimista que se pueda imaginar. Así que le obligué a permutar todas las submodalidades. Le hice regresar a su imagen del pollo frito y la pasamos abajo y a la izquierda. Una mueca de contrariedad se reflejó inmediatamente en su rostro. Luego hice que disminuyera el tamaño de la imagen y le quitara luz, que la convirtiese en una foto fija y que se dijera a sí mismo: «Esto es repugnante. No quiero comerlo. No me gusta», en el mismo tono de voz que había empleado antes para las zanahorias. Hice que levantase mentalmente un trozo de pollo, que viera que no era más que un trozo de carne muerta, que probase su sabor grasiento, tibio y excesivamente recocido. Empezó a poner otra vez cara de enfermo. Le dije que se comiera un trozo y, ¡en efecto!, contestó que no. ¿Por qué? Porque ahora el pollo enviaba a su cerebro las mismas señales que antes la zanahoria, de manera que le inspiraba idéntica repugnancia. Por último hice que tomara mentalmente un bocado, y dijo:

Luego tomamos su representación de las zanahorias e iniciamos el proceso contrario. Le pedí que pasase arriba y a la derecha una imagen a tamaño natural de las zanahorias, luminosa, colorida, en una escena con luz y movimiento, y que se dijera: «Mmmm, ¡qué buenas están!» mientras las comía, apreciando su sabor delicado y crujiente. A partir de ahí le gustaron las zanahorias. Aquella noche salimos a cenar y pidió zanahorias por primera vez en su vida de adulto. Y no sólo le gustaron, sino que para llegar hasta ellas tuvimos que pasar por delante de uno de los establecimientos del coronel (un Kentucky Fried Chicken). Desde entonces su preferencia dietética se ha mantenido invariable.

Si quieres ser fuerte, hazte el fuerte.

Una de las maneras de situarse en un estado susceptible de favorecer cualquier desenlace que uno desee, consiste en comportarse «como si» ya estuviera uno en él. La eficacia de actuar «como si» es total cuando sitúa uno su propia fisiología como si estuviese ya en rendiciones de máximo rendimiento.

Si quieres ser fuerte, hazte el fuerte.

En cualquier situación, la palanca más potente de que disponemos es la fisiología, porque es rápida y no falla. Entre la fisiología y las representaciones internas existe una vinculación total; si se cambia la primera cambian inmediatamente las
segundas. Como yo suelo decir, «la mente no existe, sólo existe el cuerpo», y «el cuerpo no existe, sólo existe la mente».

Cuando cambia usted su fisiología (esto es, su postura, su patrón respiratorio, su tensión muscular, su tono), se modifican al instante sus representaciones internas y su estado.

¿Recuerda una época en que se sintiese totalmente aplastado? ¿Cómo se le representaba el mundo entonces? Cuando uno no se siente físicamente fatigado, o con debilidad muscular, o cuando padece algún dolor, percibe el mundo de una manera bastante distinta que el hombre descansado, fuerte y lleno de vitalidad. La manipulación fisiológica es un útil muy potente para controlar el propio cerebro.


El estado puede modificarse de dos maneras: cambiando las representaciones internas o cambiando la fisiología. Así pues, ¿qué hacer para cambiar de estado en un instante ? Cambiar, ¡ zas!, la fisiología, es decir, la respiración, la postura, la expresión facial, la calidad de nuestros movimientos, y así sucesivamente.

Cuando uno empieza a sentirse cansado, su fisiología le comunica esta condición mediante una serie de señales específicas: los hombros caídos, la relajación de varios grupos musculares principales y otras por el estilo. Puede uno sentirse cansado por el sencillo procedimiento de cambiar sus representaciones internas de manera que éstas le comuniquen al sistema nervioso el mensaje de que uno está cansado. Si  cambia usted su fisiología en correspondencia con el estado de la misma cuando se siente usted fuerte, ésta cambiará sus representaciones internas y le dirá cómo debe sentirse en ese momento.

Si uno se pone firme, si echa los hombros atrás y respira hondo, con inspiraciones torácicas, y levanta la vista (todo lo cual equivale a un condición de dominio de los recursos fisiológicos), no puede estar deprimido. Inténtelo usted mismo. Póngase en pie, bien erguido, cuadre los hombros, respire hondo, muévase con energía. Vea si puede sentirse deprimido en esa postura. Descubrirá que resulta casi imposible. Lo que pasa es que su fisiología le está enviando al cerebro un mensaje de atención, de vitalidad y control de los recursos. Y eso es lo que se realiza.

A veces hay personas que vienen a consultarme diciendo que no consiguen hacer una cosa. «Haga como si pudiera», les contesto, a lo que ellos suelen responder: «Pero si es que no sé cómo hacerlo». Y yo les digo: «Sitúese en la postura que adoptaría si supiera cómo hacerlo. Respire, ahora mismo, como respiraría si supiera. Ponga la cara que pondría si estuviese haciéndolo ahora mismo».

 Cuando nos sentimos fuertes y llenos de recursos ensayamos cosas que jamás intentaríamos estando asustados, débiles y fatigados. ¿Qué se puede hacer con una persona que tiembla, llora y grita, paralizada al borde de un lecho de brasas? Pues puedo intentar cambiar sus representaciones internas. Haré que piense en cómo se sentirá después de haber pasado indemne y con éxito al otro lado de los carbones. Con esto consigo que se forme una representación interna y que ésta cambie su fisiología. En cuestión de dos a cuatro segundos, la persona se halla en estado de posesión de sus recursos..., cambio que puede observarse en la respiración y en la expresión facial. Entonces le digo que camine, y la misma persona que una décima de segundo antes estaba paralizada de miedo, echa a andar con decisión sobre los carbones y palmotea de júbilo al otro lado.

Pero, en otras ocasiones, los sujetos tienen imágenes internas demasiado claras (quemarse, tropezar y caer), y éstas ocupan más lugar en su mente que la representación de cómo pasar al otro lado indemnes y con éxito. En este caso me veo precisado a cambiarles las submodalidades, lo cual, a veces, lleva más tiempo.

La otra opción (y la más eficaz cuando alguien se queda delante de las brasas, totalmente dominado por el pánico) es la de cambiar su fisiología. Al fin y al cabo, si el sujeto cambia sus representaciones internas, el sistema nervioso tendrá que cursarle al organismo la orden de cambiar de postura, modificar el ritmo respiratorio y la tensión muscular, etcétera. Siendo así, ¿por qué no ir derecho a la fuente, saltarse todas las demás comunicaciones y cambiar directamente la fisiología?

De manera que me pongo delante de esa persona que llora y hago que levante la mirada. Al hacerlo así, empezará a acceder a los aspectos visuales de su neurología, y no a los cenestésicos. Casi en seguida dejará de llorar. Compruébelo usted mismo cuando esté triste o llorando y no quiera continuar de esta manera. Levante la mirada, cuadre los hombros y póngase en un estado visual; sus sensaciones cambiarán casi al instante. Véalo en los niños. Cuando uno de ellos se haya hecho daño, hágale mirar hacia arriba y el llanto y el dolor cesarán o por lo menos se calmarán en gran medida, en un abrir y cerrar de ojos. A continuación hago que el sujeto se coloque de la manera en que lo haría si estuviera totalmente seguro de sí mismo y supiera que es posible cruzar las brasas indemne y con éxito, que respire tal como respiraría y que diga algo empleando el tono de voz de quien se siente completamente seguro de sí mismo. De este modo su cerebro recibe un mensaje diferente acerca de cómo se está sintiendo; en virtud del estado resultante, el mismo individuo que segundos antes se hallaba inmovilizado por completo se ve capaz de llevar a cabo la acción que se proponía como meta.


Lo mismo ocurre con el ejercicio físico. Cuando uno ha entrenado fuerte y se queda sin aliento, si empieza a decirse lo cansado que está o cuántos metros lleva recorridos, se sitúa en una condición fisiológica tal (como también ocurre al sentarse en el suelo o jadear) que confirma esa comunicación. En cambio, si pese a hallarse sin aliento uno hace el esfuerzo de quedarse en pie y regularizar conscientemente la respiración hasta recobrar el ritmo normal, en cuestión de pocos instantes se sentirá totalmente recuperado.

En una tribu aborigen de Australia los hechiceros practican un rito llamado «el conjuro del hueso», que consiste en lanzar un maleficio tan poderoso que la víctima sabe con certidumbre absoluta que contraerá alguna enfermedad terrible y probablemente morirá.

He aquí cómo describe el doctor Benson un caso documentado en 1925:

El destinatario del conjuro es, en verdad, un espectáculo lamentable. En pie, con la boca abierta y los ojos desencajados, fijos en el enemigo que le apunta, sus manos se alzan como si quisieran desviar el medio letal que imaginariamente invade su cuerpo. Las mejillas se hunden, la mirada se vuelve vidriosa y la expresión del rostro se altera horriblemente... Quiere gritar, pero los sonidos se ahogan en su garganta. Su boca se llena de espuma. El cuerpo empieza a temblar, con la musculatura recorrida por espasmos involuntarios. Se tambalea hacia atrás y cae al suelo. Parece un desvanecimiento, pero al cabo de pocos instantes empieza a retorcerse en mortal agonía y, cubriéndose la cara con las manos, se pone a gemir...

La muerte sobreviene al cabo de un tiempo relativamente corto.

Ignoro lo que le parecerá al lector, pero para mí es una de las descripciones más espantosas que he leído nunca. No creo que a nadie se le ocurra «modelarla». Y sin embargo, es un ejemplo bien vivido del poder de la fisiología y de las creencias. En sentido convencional, nadie le hizo ningún daño a ese hombre. Por el poder de su propia creencia, y con la fuerza de su fisiología, se creó una influencia negativa de una potencia terrorífica, que lo destruyó por completo.

En todos los casos, las representaciones internas negativas de la propia víctima fueron las culpables; por alguna razón ésta se sintió impotente, desvalida y condenada, y el resultado fue prácticamente el mismo que el de aquel rito aborigen.

Lo que me parece curioso es que, por lo visto, el lado dañino de las relaciones mente/cuerpo haya merecido más estudios y más anecdotario que el lado útil y positivo.

Dichos estudios se refieren a la influencia que nuestras expresiones faciales ejercen sobre nuestro estado de ánimo, y concluyen por ejemplo que no es del todo exacto que uno sonría cuando se encuentra bien, o que suelte la carcajada si está contento. Lo cierto es que sonreír y reír desencadenan procesos biológicos que, a su vez, hacen que nos sintamos bien. Aumenta el riego sanguíneo del cerebro y se modifica el nivel de oxígeno, junto con el umbral de estímulo de los neurotransmisores. Pasa lo mismo con otras expresiones. Componga usted su expresión facial según la fisiología del miedo, la de la ira o la de la sorpresa, y verá lo que se siente.

Nuestro cuerpo es nuestro jardín... Nuestra voluntad es el jardinero.
Uno siente lo que muestra en su cara. Si se ríe uno del dolor, interiormente no sufrirá. Si pone la cara triste, sentirá lo mismo por dentro». Los individuos que saben ponerse en estado fisiológico de franqueza, aunque estén mintiendo como bellacos, dan la misma gráfica que los que realmente hablan con sinceridad.
Un corolario importante de la fisiología es la condición de «congruencia» o «coherencia». Si yo le comunico a usted un mensaje que imagino positivo, pero lo hago con voz débil y titubeante, mientras adopto un lenguaje corporal poco definido, no me he mostrado congruente.

Si puede usted conseguir una grabación de la voz de Martin Luther King y trata de hablar como él, copiando la entonación, el énfasis y el ritmo, se sentirá invadido por una sensación de fuerza y energía jamás conocida con anterioridad. Por otra parte, una de las ventajas de leer libros debidos a personas como John Kennedy, Benjamin Franklin o Albert Einstein consiste en que nos situamos en estados similares a los de estos autores; uno empieza a pensar como ellos, a crearse el mismo tipo de representaciones internas. Pero si «duplica» su fisiología, podrá sentirse como ellos en su propia carne e incluso se comportará igual que ellos.

Si modelase usted el sistema de creencias de un atleta de primera categoría, su sintaxis y su fisiología, ¿cree que sería capaz de correr, inmediatamente después, los cien metros en menos de once segundos? Por supuesto que no. El modelado que usted realiza no es exacto, puesto que no entrega a su sistema nervioso el mismo conjunto coherente de mensajes que él, gracias a una práctica asidua, ha logrado elaborar.

Conviene tener en cuenta que algunas estrategias precisan un nivel de desarrollo fisiológico o de programación que usted no posee todavía.

Uno puede modelar al mejor cocinero del mundo, pero si trata de sacar su cochinillo asado en un horno que no tiene comparación con el del auténtico profesional, el resultado no será el mismo.

Ahora bien, si tiene usted la receta sin duda conseguirá lo mejor que se pueda hacer con el horno que tiene a su disposición.

Con el tiempo quizá consiga aumentar la potencia calorífica de su horno; es decir, que se puede obtener el mismo resultado si uno está dispuesto a pagar el precio.
Necesita usted invertir algo de tiempo en mejorar la potencia de su horno, es decir, al objeto de incrementar su capacidad de producir resultados mediante el modelado de estrategias.

Las opciones se crean prestando la debida atención a la fisiología. ¿Por qué hay quien consume drogas, bebe alcohol, fuma cigarrillos o come demasiado? ¿No será que tratan de cambiar su estado indirectamente, mediante una modificación fisiológica?

En este capítulo ha visto usted cuál es la vía directa para cambiar rápidamente de estado. Al respirar o mover el cuerpo o los músculos faciales con arreglo a nuevos hábitos, uno cambia su estado inmediatamente y obtendrá lo mismo que el vicioso, pero sin perjudicar a su organismo ni a su mente. Modelar consiste en crear posibilidades, y no existe otro camino más rápido ni más dinámico que el de la fisiología.

La próxima vez que vea usted a un triunfador, a alguien a quien admire y respete, copie sus gestos, note la diferencia y disfrute del cambio que se habrá operado en su propia rutina mental. Juegue. Experimente. ¡Las nuevas opciones están esperándole! Y veamos ahora otro aspecto de la fisiología: los alimentos que comemos, la manera en que respiramos y los nutrientes de que nos proveemos a nosotros mismos. Todo ello forma parte de...