Tuesday, December 06, 2011

TRAVEL_En busca de la verdad en el Monte Veritá

Mirada sobre Ascona desde el monte de la verdad
Mirada sobre Ascona desde el monte de la verdad ()

Ascona es una de las estaciones turísticas más populares del sur de Suiza. El núcleo de contracultura europea que allí nació es sólo una sombra de su antigua identidad.

Una gran parte de los suizos alemanes y alemanes que vienen a pasar vacaciones en las orillas del lago Maggiore no son conscientes de que una vez un grupo de dirigentes anarquistas europeos trató de construir aquí una sociedad utópica.

"Hoy, los turistas vienen en los autobuses y están mal vestidos", lamenta Ursula Roelli, una residente de Ascona de 82 años de edad. "No es como antes", agrega.

Roelli es la hija del arquitecto suizo-alemán que, en 1927, construyó el hotel de diseño Bauhaus sobre el Monte Veritá (monte de la verdad), nombre de la colina que mira sobre Ascona.

Monte Veritá fue también el nombre de una asociación alternativa fundada allí hace más de 100 años cuando un puñado de intelectuales europeos decidieron iniciar un movimiento fundado en una forma de socialismo primitivo y vegetarianismo.


" No les gustaba lo que allí estaba sucediendo. "
Ursula Roelli, residente de Ascona

Anarquistas

La noticia sobre la creación de la asociación se extendió rápidamente y pronto, anarquistas de todo el continente, descendieron al pobre pueblo de pescadores.

Venían a experimentar y fueron recibidos con desagrado por los habitantes a causa de sus creencias y porque practicaban desnudos muchas de sus experiencias.

"Las mujeres de Ascona tenían siempre que vestirse de negro", recuerda Roelli. "La población local era muy religiosa, de modo que no les gustaba lo que allí estaba sucediendo".

Hacia 1930 Monte Veritá sufrió varias transformaciones, alejándose de sus estrictos principios utópicos.

Se convirtió en un centro de danza experimental y atrajo a muchos artistas y escritores como Hermann Hesse, Paul Klee y Aleksey von Jawlensky, entre otros.

Contracultura

"Todos, desde Mahatma Ghandi y George Orwell, hasta los nacionalsocialistas de Alemania se alimentaron de una corriente viva de pensamiento que tenía su fuente en Ascona", escribió el profesor estadounidense Martin Green en su libro, "La Montaña de la verdad. Comienza la contracultura".

Pero la verdad del asunto es que la contracultura se desplazó a otros lugares y, durante los años cincuenta, Ascona estaba a punto de convertirse en lo que es hoy: una estación elegante de vacaciones y un lugar bajo el sol donde vienen a retirarse los europeos.

"Sería muy bueno volver a invitar artistas aquí; escritores y pintores con nuevas ideas que pudieran devolverle vida al lugar", afirma Claudio Rosetti, director del centro internacional de conferencias que ha ocupado el sitio del Monte Veritá.

Practicando la danza del Monte Veritá (Fundación Monte Veritá)
Practicando la danza del Monte Veritá (Fundación Monte Veritá) ()

Espiritu

"Sin embargo, aún el espíritu del Monte Veritá tiene sentido", prosigue Rosetti cuando abre la puerta del museo consagrado al movimiento alternativo.

El edificio de la Casa Anatta que alberga el museo, fue uno de los primeros construidos por los utopistas.

"Es una lástima que el centro de conferencias, manejado por el Instituto Federal suizo de Tecnología de Zúrich, ETH, esté reservado sólo a los becarios. Por esto quisiera abrirlo más a los eventos culturales", afirma.

Michele Vester, que vive cerca al renovado edificio Bauhaus del hotel, cree que el Monte Veritá sigue siendo un lugar especial.

"Aún se puede sentir la energía que atrajo a tanta gente tan interesante de todo el mundo", dice el decorador de interiores.

"Los artistas que vinieron aquí –y que siguen viniendo-, crearon algunas de sus obras más inspiradas en el Monte Veritá", añade.

Autosuficiente

El abuelo de Vester, Karl, llegó a Ascona en 1900 y se convirtió en uno de los primeros miembros del movimiento. Construyó su propia casa sobre la colina que domina la vista sobre un exuberante jardín subtropical y sobre el Lago Maggiore.

Vester que ahora vive en la casa dice que fue deseo de su abuelo crear su propia utopía. Trató de vivir de la manera más autosuficiente posible, horneando su propio pan y cuidando de un pequeño rebaño de cabras.

"Producía un pan especial, pero detestaba el olor de las cabras", dice sonriente Ursula Roelli. "Fue el último de aquel primer grupo que se quedó en el Monte Veritá".

Además de los recuerdos de Roelli hay cuadros en la Casa Anatta donde se ve a un Vester de cabellos largos y a muchos de sus compañeros, danzando y trabajando en el jardín, desnudos.

swissinfo, Dale Bechtel, en Ascona
(Traducción: J.Ortega)